Fueron tantos los que quedaron en el camino. Tantos los que se desangraron en las aceras. Fueron tantos los que no pudimos enterrar. Tantos los que terminaron en fosas sin nombre. Tantos los que se volvieron alimento de pájaros carroñeros y otras bestias. Tantos cuyos huesos pelados están todavía secándose al sol en medio de los campos. Vimos a tantos abrir los ojos desmesuradamente antes de tragarse la última bocanada de aire. Morir es siempre una sorpresa y un pánico reconcentrado y un alivio. Llegar al fin al punto en el que nada más va a pasar, ni el ruido del mundo, ni la saliva en la lengua, ni el sonido de las tripas con hambre, ni la piquiña entre los dedos. Alcanzar ese punto en el que la existencia se detiene. Morir es lo imposible. Y han sido tantos los muertos que a veces, en las noches, cuando estamos a punto de cerrar los ojos nos preguntamos si no estamos nosotros también todos muertos.
Cuando vienen y se quieren quedar conmigo, escribo cuentos y los dejo aquí.
viernes, 17 de mayo de 2019
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Datos personales
- Raquel Rivas Rojas
- Soy escritora y traductora. Venezolana de origen. Británica por adopción. Vivo en Edimburgo. Leo y escribo.
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