Cuando vienen y se quieren quedar conmigo, escribo cuentos y los dejo aquí.

martes, 16 de abril de 2019

Todos contra todos

¿Cómo empiezan las guerras? No nos hicimos esa pregunta lo suficientemente temprano. O, más bien, no pensamos con la anticipación debida que una vez lanzados a la guerra de todos contra todos, no íbamos a ser capaces de poner un pie afuera y frenar el carro. Cuando la furia se desata, la mecha dura más tiempo encendida de lo que podemos imaginar o prever. No hay lugar para las pausas. Lo que hay es un vertiginoso camino por andar mientras arda el combustible de la furia. Y así vamos, empujados por ese impulso ciego que nos hacía ver enemigos hasta debajo de las piedras. Todo el que levante la voz para llamar a la calma se vuelve un enemigo. El que se detenga un segundo a dudar se vuelve un enemigo. El que quiera descansar unas horas. El que se desconecte unos minutos. El que piense siquiera por un segundo que tal vez. No tenemos paciencia para los tiempos muertos y por eso cuando llegan, porque siempre llega el tiempo muerto, los encuentros se pueblan de conspiraciones. Hablamos de los traidores, como quien en medio de la guerra va imaginando al mismo tiempo otra guerra paralela, que se libra en la mente de cada uno de los que miran para atrás con ojos de sospecha. Las hogueras se encienden en la noche con los restos de las casas que hemos destruido y se alimentan con las historias que estamos construyendo para que la mecha del odio no se apague. Nos calentamos las manos frente al fuego de la rabia y cuando la pausa se termina volvemos a las calles con una determinación feroz que niega toda sombra de duda. Ya no nos preguntamos cuál será el final. No somos capaces de pensar en otra cosa que no sea seguir y seguir en pie de guerra. Perdimos toda meta. La extinción propia nos atrae tanto como la de nuestros enemigos. Somos bonzos, kamikazes, seppukus, haraquiris. Nuestra única ambición es quemarnos en el mismo fuego que estamos avivando para que todo arda.


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Soy escritora y traductora. Venezolana de origen. Británica por adopción. Vivo en Edimburgo. Leo y escribo.