En este encierro sentimos el exilio como nunca antes. Cumplimos estrictamente con las normas, guardamos las distancias, saludamos y damos las gracias cuando otros se detienen para dejarnos pasar. Pero no nos ofrecemos para hacer trabajo voluntario ni para llamar a los viejitos que están solos. No nos anotamos en las listas de donantes de sangre ni contribuimos con los bancos de alimentos. No indagamos en el estado de salud de ningún vecino y ningún vecino nos pregunta si estamos bien. Tal vez porque cuando nos encontramos en el patio o en la plaza nos damos cuenta de que estamos vivos y eso basta. Nos limitamos a no interferir, a no romper las reglas. Porque aun en medio de esta pandemia nos sabemos extraños, y entendemos que la distancia que nos separa de los otros es mucho más ancha que los dos metros reglamentarios.
Cuando vienen y se quieren quedar conmigo, escribo cuentos y los dejo aquí.
miércoles, 27 de mayo de 2020
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Datos personales
- Raquel Rivas Rojas
- Soy escritora y traductora. Venezolana de origen. Británica por adopción. Vivo en Edimburgo. Leo y escribo.
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